El
último domingo del 47 fui al encuentro de una mujer que conocía mi verdadera
identidad.
Amparo
sabía que yo no me llamaba Rafael Cuesta Sánchez, sino Guillermo García
Medina.
Y
que era médico, aunque no tuviera título oficial y trabajara en una agencia de
transportes.Lo que ignoraba era que había ido a buscarla para ayudar a Manuel Arroyo Benítez,
un amigo mío que había suplantado la identidad de Adrián Gallardo Ortega para infiltrarse
en una organización de prófugos nazis y emigrar a la Argentina como uno de ellos.
Mientras tanto, el verdadero Adrián Gallardo mendigaba en Berlín, y cuando le paraba una patrulla enseñaba la documentación de un hombre llamado Alfonso Navarro López.
Mi historia es la historia de tres impostores.
Pocos planes podían haberme apetecido más que el club de lectura con Almudena Grandes (Madrid, 1960) organizado por una librería de
Alcorcón este pasado fin de semana. Un encuentro del que me enteré por pura casualidad
mientras buscaba información que corroborara mis impresiones sobre su última
novela y al que decidí sumarme a pesar de que los organizadores me avisaron de
que el evento había superado todas sus previsiones y de que el aforo estaba más
que completo. (Afortunadamente para mí, no sólo conseguí entrar, sino que pude
plantearle algunas cuestiones relativas al proceso creativo de sus novelas,
amén de irme de allí con su firma y una foto con ella ya que, como dice mi
amiga Laura, no dejo de ser una grouppie. Literaria pero grouppie al
fin y al cabo).
'Los pacientes del doctor García' (Tusquets. 2017) es la historia de una amistad, la de Guillermo y Manolo,
"dos amigos que tienen la costumbre de salvarse la vida mutuamente durante
toda su vida". Un médico y un diplomático republicano que se ven obligados
a adoptar identidades falsas para infiltrarse en la red de evasión de
criminales de guerra nazis que dirigía desde Madrid la mano derecha de Pilar
Primo de Rivera y responsable de propaganda de la Sección Femenina de Falange,
Clara Stauffer.
Con esta nueva entrega de sus Episodios de una guerra
interminable, la novelista vuelve a sumergirnos en los veinticinco primeros
años de la dictadura de Franco desde el punto de vista de los resistentes, de
los españoles que dijeron que no al régimen impuesto a partir del 1 de abril
del 39 y lucharon con cualquiera de las armas a su alcance (disidencia
política, lucha armada, vía diplomática...) para dar respuesta a la desmemoria,
"a la memoria no resuelta, a las preguntas que no podemos responder sobre
las historias que nuestros abuelos ya no nos pueden contar".
Concretamente, con el último volumen de la serie, su
autora pretende reivindicar el papel de la burguesía republicana, el de la
clase progresista española que creó la Institución Libre de Enseñanza, que
fundó las misiones pedagógicas y que redactó la Constitución del 31 gracias a
la que nuestro país alcanzó un progreso que no ha vuelto a conocer, pero "que ha
sido eliminada del relato para legitimar el argumento de los golpistas de
que no se podía dejar el país en manos de esa gente".
Como ya hiciera con la invasión del Valle de Arán en 'Inés y la Alegría' (Tusquets. 2012), la escritora vuelve a valerse de un hecho
histórico desconocido para sacarle los colores a la versión oficial del
Franquismo, a ese relato edulcorado reescrito por los herederos del régimen
durante la Transición. En este caso, la base real sobre la que se sustenta la
novela es la existencia en Madrid de la mayor organización clandestina de
evasión de criminales nazis que, gracias a los contactos de la ciudadana
española de ascendencia alemana Clara Stauffer y a la connivencia del régimen,
suministraba documentación falsa a los prófugos de la justicia internacional
con la que pudieron empezar una nueva vida en España o huir a Argentina.
'Los pacientes del doctor García' pone en evidencia el ninguneo diplomático al que los aliados, capitaneados
por Estados Unidos, sometieron a nuestro país y sobre todo al gobierno legítimo
de Negrín, y resulta desgarradoramente conmovedor leer la amarga reflexión de
uno de los personales principales cuando es consciente de que la causa
republicana, a la que ha dedicado su vida, sacrificando su proyecto personal y
jugándose literalmente el pellejo, ha sido despreciada definitivamente por la
comunidad internacional y que la ansiada intervención aliada en España no
llegará jamás a producirse, porque "a las democracias occidentales les
gustó más Franco que los demócratas españoles, que fueron los grandes
perdedores de la Guerra Fría".
Estamos sin duda ante la novela más ambiciosa de Almudena Grandes, no sólo por
sus cerca de 800 páginas, porque el intervalo de años que abarca es el más amplio
de las entregas publicadas hasta la fecha (desde 1936 hasta 1977) ni por la
cantidad de escenarios en los que transcurre la trama (Madrid, el frente de
Leningrado, un campo de concentración en Estonia, el Berlín nazi o la Argentina
de Perón, son sólo algunos de ellos).
'Los pacientes del doctor García' es una novela de enorme complejidad que exige un esfuerzo constante por parte
del lector para no perderse: El hecho de que gran parte de los personajes
tengan dos y hasta tres identidades diferentes (en ocasiones compartidas con
otros personajes) demanda un plus de concentración para poder seguir el hilo,
haciendo de esta historia una propuesta no apta para el común de los lectores.
Aunque la escritora afirma que ha tratado de tener muy presentes a los lectores
a la hora de escribirla y proclama que sus lectores son muy listos, confieso
que yo he tenido ciertas dificultades para identificar a algunos de los
alemanes en momentos muy precisos de la acción. Este es el principal
"pero" de la novela (aunque ya os digo que ha sido algo muy puntual).
El segundo es que la novela parece no coger vuelo
hasta pasado el ecuador del libro, cuando las diferentes historias personales
reflejadas hasta ese momento empiezan a encajar unas con otras y comienzas a
entender a dónde te diriges. Pero la sucesión de historias a priori inconexas
unas con otras que son las primeras cuatrocientas primeras páginas, por muy
primorosamente narradas que estén (que lo están), puede hacer desistir a más de
un lector.
El tercer (y último) "pero" es completamente
personal. Y es que, a pesar de que, como en todos los 'Episodios' los
protagonistas son gente corriente, "héroes por casualidad y sin vocación
de serlo", por la propia naturaleza de una trama de espionaje y las
implicaciones diplomáticas de la historia, es la novela en la que menos peso
tiene la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie de la España de posguerra,
que, en mi caso concreto, es la parte que más me interesa.
Sin embargo, el hecho de que sea la novela más
internacional de la serie y la que mayor periodo temporal abarca ha permitido a
la novelista utilizar un recurso que a mí me ha encantado, estableciendo
conexiones con los anteriores 'Episodios' y con sus protagonistas. Así Pepe el
Portugués, Manolita o la propia Inés "hacen cameos" en diferentes
momentos de la novela. Un simpático guiño de la autora con los seguidores de la
saga, que recibimos estas apariciones estelares con la misma alegre emoción que
sientes al encontrarte en el Metro a un paisano del pueblo de la Alcarria Conquense en el que pasas los veranos.
En definitiva, un notable para esta novela que, sin ser mi favorita de las publicadas hasta ahora, no
defrauda a los admiradores de la literatura de Almudena Grandes y del
titánico proyecto en el que se halla inmersa (del que ya sólo quedan por ver la
luz dos títulos más), pero que no estoy muy segura de que sea el mejor
acercamiento para los lectores que no hayan probado a leer nada suyo.
* Todos los entrecomillados del texto están extraídos
del encuentro con Almudena Grandes que tuvo lugar el pasado viernes 26 de enero
de 2018 en la librería Fábula de Alcorcón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario