lunes, 19 de octubre de 2015

La noche soñada

"Es mentira que estés leyendo esto y es mentira todo lo que voy a narrarte.
Por eso debes jurarme que nunca vas a contárselo a nadie, 
porque ni ha pasado ni debe volver a pasar nunca más. 
Si alguien se va de la lengua o si alguien descubre mi plan, 
puede que nada suceda tal y como tengo previsto;
de modo que es mejor que seas un testigo mudo, como si no estuvieras,
como si yo no estuviera y como si todo lo que vas a leer jamás hubiera sucedido.
¿Has visto la lavanda que hay en la entrada de mi jardín?
Pues debes ser como ella. Muda."

Me resistía, lo reconozco. Me resistía a darle otra oportunidad a Máxim Huerta (Valencia, 19716) después de haber leído 'Una tienda en París' (Ediciones Martínez Roca. 2012), una historia que no me gustó, con una protagonista con la que no conecté y con un estilo muy por debajo de mis expectativas (si quieres leer la reseña que escribí en su día, la tienes aqui). Así que, cuando pocas semanas después de recibir el Premio Primavera de Novela 2014 llegaba a mis manos La noche soñada (Espasa. 2014), mi primera intención fue deshacerme de él. 

Sin embargo, y aunque ya sabeis que intento saber lo menos posible de los libros que quiero leer, si cae en mis manos un libro inesperado y desconocido suelo, o bien leer el arranque de la novela, o bien su última frase: Hay quienes conceden una importancia vital a las primeras líneas de su historia, devanándose los sesos intentando enganchar al lector con una mezcla imposible de intriga, seducción y acción que se va desinflando con el discurrir de la trama, y se olvidan de despedirse de su historia con la misma pasión con la que la iniciaron. En el caso de La noche soñada me decanté por su arranque, y la premisa de la que parte la novela me sedujo de tal modo que decidí colocarlo en la balda de libros pendientes de mi estantería a la espera del momento propicio para su lectura. Momento que tardó en llegar más de un año.

Pero vamos al argumento: Noche de San Juan de 1980. Mientras el pueblo de Calabella al completo se prepara para recibir a Ava Gardner, el pequeño Justo está decidido a llevar a cabo un plan secreto que cambiará su vida y la de su familia. Treinta años después, Justo cree que ha llegado el momento de saldar cuentas con su conciencia y confesarle a su madre lo  ocurrido aquella noche. 

El nexo de unión de los dos hilos temporales es Justo, protagonista absoluto de la novela, pero dos personajes secundarios me han robado el corazón: La tia Visitación, que actúa como contrapunto a la personalidad dócil y sometida de su hermana pequeña, y el entrañable Francesco, entregado en cuerpo y alma a ser la memoria del amor de su vida. 

No sé si habeis visto Amélie, pero a la historia de Justo Brightman sólo le falta la maravillosa banda sonora de Yann Tiersen sonando de fondo, porque si la obsesión de la Señorita Poulain era cambiar la anodina vida de los que la rodeaban, el único propósito del plan secreto del pequeño Justo es hacer feliz a su madre. Y siguiendo con las semejanzas, me parece una preciosa cabriola del destino que el jurado que decidió otorgarle a La noche soñada el Premio Primavera estuviera presidido por Ana María Matute, ya que la propuesta de Máxim Huerta destila esa ternura, esa inocencia y ese aura casi mágica de las novelas de la Matute.

En definitiva, nada que ver con su anterior novela, que si entonces no escatime adjetivos en calificarla de floja, insulsa y decepcionante, ahora no tengo reparo en reconocer que me he emocionado hasta la lágrima con la historia de Teodora. Quizá simplemente elegí el momento propicio para leerla. Un momento en el que yo también necesitaba creer que los sueños pueden cumplirse. O al menos que se pueden alejar las pesadillas.

Así que, en espera de echarle el guante a "No me dejes", la próxima obra del autor valenciano que, mucho me temo, tendré que leer, tengo entre manos "París era una fiesta" de Hemingway. Quienes hayan disfrutado de La noche soñada lo entenderán. Si no es tu caso, te recomiendo encarecidamente esta preciosa novela que alcanza un notable en mi calificación personal.