miércoles, 23 de diciembre de 2015

Diferentes puntos de vista sobre la Guerra Civil


Este verano han pasado por mis manos un montón de libros, todos ambientados en la Guerra Civil y la posguerra. Sin embargo ninguno me ha encantado especialmente. No sé si verdaderamente ninguna de estas obras destaca sobre el resto o estoy tan hastiada ya de leer sobre ese periodo que no reconozco una buena novela cuando la tengo entre manos (aunque ya les advierto que no todos los títulos de esta entrada son novelas). Me encuentro ahora mismo en un proceso de "desintoxicación" que no sé cuánto me durará, pero que me hace mucha falta antes de volver a adentrarme en esos años con las ganas de antaño. 

El caso es que como me veía completamente incapaz de escribir seis reseñas medianamente entretenidas hablando prácticamente de lo mismo, y puesto que todos estos libros tienen algo que les hace diferente al resto, he decidido juntarlos en esta entrada y hacer una mini valoración de cada uno de ellos.

Empecemos.

El tragicómico: Antonia (Esfera de los libros. 2014)

Los de treintaytantos solemos decir que somos la primera generación en vivir peor que nuestros padres, pero (afortunadamente para nosotros) los libros de Historia están ahí para desmentirnos. Los que nacieron al albor de los progresos de la República tuvieron aún menos suerte que nosotros, pues la Guerra Civil primero y la Dictadura Franquista después les arrebataron ese futuro mejor que sus padres soñaron para ellos. Antonia pertenece a esa generación, y sin embargo recuerda los tres años de guerra como "los más felices de su vida", en los que aún no conocía la miseria, el hambre, el abandono, la soledad o las palizas.

Por la coincidencia de escenarios e incluso por la propia condición de superviviente de Antonia, éste libro podría formar parte perfectamente de los 'Episodios de una guerra interminable', de no ser porque carece de la afectación de las novelas de Almudena Grandes, siendo el tono de Nieves Concostrina (Madrid, 1961) más bien sarcástico e incluso abiertamente humorístico en ciertos pasajes a pesar de la crudeza de los hechos que nos narra.

Sin embargo para una drama-queen confesa como la que suscribe, esa ausencia de intensidad ha supuesto un handicap que me ha impedido conectar al 100% con la protagonista, haciendo que me falte ese "algo" que hace que un libro pase de gustarte sin más a encantarte. A pesar de ello, se trata de la novela que más cerca del notable se ha quedado de todas las que aparecen en esta entrada, y estoy segura de que encantará a lectores menos ávidos de tragedia que yo.

El infantil: La lengua de los secretos.

Entre 1936 y 1939 más de 30.000 niños se vieron obligados a dejar su país tratando de escapar del horror de la Guerra Civil. Fueron los llamados "Niños de la Guerra". Martínxo fue uno de ellos, un pequeño de 10 años que se hizo cargo de tres de sus hermanos (Luisa, Matilde y Lucas) cuando fueron separados de sus padres y metidos en un barco que les llevaría hasta Francia, donde los cuatro niños consiguieron sobrevivir solos gracias a la solidaridad de los vecinos de la localidad de Tenay. 

Sin embargo, el relato de esos días está exento de dramatismo, de rencor o de rabia. Más bien al contrario se trata de una novela que rebosa fantasía, porque es en el mundo de la imaginación donde el protagonista se refugia de la realidad que le ha tocado vivir. Aunque parezca increíble, la historia de Martín Abrisketa (Bilbao, 1967) es una novela de aventuras al más puro estilo de Peter Pan (y no solo por las continuas referencias a la obra).

A pesar de a lo novedoso del enfoque y de que la ternura está presente a lo largo de toda la novela, la realidad es que la historia de Martinxo y sus hermanos no ha logrado conmoverme ni ha conseguido captar mi interés durante la totalidad de sus poco más de 500 páginas. Pero estoy segura de que este libro hará pasar muy buenos ratos a los seguidores de las peripecias de Tom Sawyer o de Huckleberry Finn.

El cínico: Por un saco de huesos.

La propuesta de Lluis-Anton Baulenas es la historia de una farsa. La de un joven republicano que en la Barcelona de los años 40 se hace pasar por legionario para cumplir con la última voluntad de su padre: recuperar el cadáver de quien le salvó la vida durante su encierro en el campo de concentración de Miranda de Ebro.

Escrita con un ritmo más propio de una novela policíaca, lo que más me ha gustado es ver pensar al protagonista como un Don Nadie pero actuar como un legionario sin escrúpulos.

El principal 'pero' de esta novela es su punto de partida. No me ha resultado nada creíble que alguien dedique su vida a crear una doble vida con la que engañar al Régimen Franquista, con el riesgo vital que eso conllevaba en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, simplemente para honrar la memoria del padre y en última instancia del compañero fallecido.

El inacabado: Demonios Familiares (Destino. 2014)

Leer a Ana María Matute (Barcelona, 1925) siempre es un placer, pero en el caso que nos ocupa ese placer se torna sentimiento agridulce por tratarse de la novela que la autora dejó inacabada cuando la muerte la sorprendió en pleno proceso de escritura.

La historia se desarolla en una ciudad de provincias española en los albores de la Guerra Civil, cuando Eva debe abandonar por expreso deseo paterno el convento en el que está recluida y regresar a la casa familiar. Sus poco más de 150 páginas contienen todos los elementos característicos del universo literario de la Matute, pero falta lo más importante: un final.

He llegado a leer en otras reseñas cosas como que el hecho de que tenga un final abierto es un aspecto positivo más a añadir a esta novela porque así cada uno puede imaginar lo que quiera. Que no os engañen. Esto no es un final abierto. Es imposible inferir un desenlace con la información que nos ha dejado la autora. Es una historia interrumpida en el momento menos oportuno, por lo que aunque su lectura me estaba resultando placentera me veo incapaz, no sólo de hacer una reseña en profundidad, sino apenas de decidir si me ha gustado o no y por tanto de recomendárosla, salvo que seáis admiradores de la prosa sencilla y pulcra de la gran dama de las letras españolas, de su mirada tierna y cruda a la vez, en cuyo caso no puede faltar en vuestra biblioteca.

El nostálgico: El balcón en invierno (Tusquets. 2014)

Detrás de las novelas ambientadas en la Guerra Civil y en los primeros años de la Dictadura franquista suele existir una crítica más o menos explícita a aquella época, a la miseria, a la bajeza moral, al retroceso en derechos sociales. Sin embargo, en esta novela Luis Landero (Badajoz, 1948) hace inventario de recuerdos de su infancia y su primera juventud con la sensibilidad y la delicadeza del que mira hacia atrás convencido de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Esta ¿novela? intimista y maravillosamente escrita es un homenaje a un modo de vida, a las conversaciones en torno al infiernillo, al sacrificio de los mayores, al arte de buscarse la vida para convertirse en alguien de provecho, pero no sé si por no compartir vivencias con el autor o porque éste salta de recuerdo en recuerdo sin orden ni concierto, se trata de un libro que no ha dejado poso en mí. 

Sin embargo estoy convencida de que le encantará a los lectores de 50 para arriba, ya que gracias a él volverán al pueblo de su niñez, reviviendo los veranos de vendimia y los inviernos recogiendo aceituna, por lo que quizá sea el regalo que estabas buscando para una suegra o un padre amantes de la lectura. ¡Acertarás seguro!

El innecesario: La guerra civil contada a los jóvenes (Alfaguara. 2015).

Cuenta Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) que la necesidad de escribir este libro surge cuando un día lee en un libro de texto de su hija que Antonio Machado era un poeta español que se fue a Francia y murió alli. Horrorizado ante esa visión parcial del exilio, Pérez-Reverte se propone "contar a los jóvenes la Guerra Civil de manera equilibrada, objetiva, sin pasiones, sin rencores, sin cuentas que ajustar, sin buenos ni malos".  

Quizá lo primero que debería haber explicado el autor es a quién va dirigido el libro, porque yo (que tengo un alto concepto de mí misma y de mi lozanía) al leer la palabra "jóvenes" en su portada me lancé de cabeza a por él y me he sentido completamente estafada, como se sentirá cualquier lector, pongamos, mayor de 14 años que lo lea. 

Da la impresión de que para Pérez-Reverte "jóven" es sinónimo de sin criterio, porque este libro no sólo despoja a la Guerra Civil de adjetivos, algo que en principio no me parece mala idea, sino hasta de los datos más básicos necesarios para entender lo ocurrido. Así, al padre de 'Alatriste' no le parece relevante contarle a los jóvenes que la Guerra Civil empieza porque unos militares se sublevan contra el Gobierno legítimamente establecido en esos momentos en nuestro país lo cual es, en mi opinión, igual de escandaloso que decir que Machado era un poeta español que murió en Francia, como si la muerte le hubiera sorprendido allí de vacaciones.

Me resulta completamente imposible clasificar esta obra, que no es novela, ni es ensayo ni, por mucho que pretenda su autor, es Historia. Es decir, Historia es, qué duda cabe, pero más al modo de la cartilla que estudiaban nuestros padres y abuelos, que a la revisión de la Historia que pregona Pérez-Reverte. Éste además parece creer que los jóvenes no son capaces de asimilar grandes cantidades de información ya que los cuarenta capítulos de los que se supone que consta el libro no son más que cuarenta párrafos. Ni uno más ni uno menos. 

En definitiva, un libro completamente prescindible, salvo por las preciosas ilustraciones de Fernando Vicente, al que sólo podría verle la utilidad dentro de las aulas de Primaria, como un primer acercamiento de los más pequeños a la Guerra Civil. 

jueves, 3 de diciembre de 2015

La lluvia antes de caer



- No me importa que llueva en verano. Hasta me gusta. Es mi lluvia favorita.
- ¿Tu lluvia favorita? (...) Pues la mía es la lluvia antes de caer (...)
- Pero cielo, antes de caer, en realidad no es lluvia (...)
- ¿Entonces qué es?
- Pues es sólo humedad. Humedad entre las nubes (...)
¿Entiendes entonces que no hay lluvia antes de caer? Tiene que caer para que sea lluvia.
-  Ya sé que no existe. Por eso es mi favorita. 
Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz, ¿no?



Es curiosa la forma que tienen algunas historias de llegar hasta nosotros. En el caso del libro de Jonathan Coe (Birmingham, 1961), supe de su existencia gracias a la recomendación de un seguidor del blog (no soy Justin Bieber pero parece que yo también tengo mi público), quien después de leer mi reseña sobre El hombre que arreglaba las bicicletas me comentó que el planteamiento le recordaba mucho al de La lluvia antes de caer (Anagrama. 2009), y que si bien áquella me había defraudado enormemente, estaba seguro de que ésta me encantaría. (Mis reseñas deben hablar de mí y de mis gustos más incluso de lo que yo misma soy consciente porque ya os adelanto que acertó. Vaya que si acertó).

La anciana tia Rosamond acaba de morir y su sobrina Gill es la encargada de cumplir con su póstuma voluntad: encontrar a Imogen, una extraña joven a quien Gill sólo ha visto brevemente en una ocasión más de 20 años atrás, para hacerle beneficiaria de un tercio de la herencia de su tía y entregarle una serie de cintas que Rosamond ha grabado para ella. Sólo en caso de que no consiga encontrar a la destinataria de las grabaciones, Gill tiene permismo para escucharlas. 

¿Qué relación existe entre Rosamond e Imogen? ¿Por qué si es una persona tan importante para su tía como para legarle una parte de sus bienes, parece no haber existido ningún contacto entre ellas en los últimos años, hasta el punto de que Rosamond desconozca su paradero actual? ¿Qué contienen esos casettes?

Por si el argumento no fuera suficientemente atractivo, la novela tiene un aliciente añadido en la forma en la que está estructurada: Cada capítulo empieza con la descripción de una de las veinte fotografías que Rosamond ha elegido para contarle a Imogen la historia de sus orígenes. Imágenes que, además, constituyen el relato (y el retrato) de la sociedad inglesa desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.


La lluvia antes de caer es una exquisita novela de errores perpetuados de madres a hijas sobre la que sobrevuela un halo de misterio que hace imposible dejar de leer. Pero además está narrada de una manera tan elegante, tan inteligente diría incluso, que su lectura hará las delicias de cualquier lector un poco sensible al ARTE (con mayúsculas) de escribir.


No quiero desvelar más detalles del argumento de esta novela para que os sorprenda como me sorprendió a mí, para que os dejeis envolver por el estilo narrativo del autor, por su trama, por su original planteamiento y por su perfecto e inesperado final. Si a estas alturas aún no os he convencido de que debeis darle una oportunidad sólo me queda añadir que se trata de una novela más bien breve (menos de 250 páginas) que, aunque salpicada de temas complejos, se lee en un suspiro, que la belleza de su título es directamente proporcional a la que encontrareis en el interior, y que se trata de uno de los libros con los que más he disfrutado este año, por lo que le puntúo con la máxima nota.