martes, 27 de febrero de 2018

La cocinera de Himmler

Incluso si la Historia nos dice lo contrario, hay que creer en el futuro a pesar del pasado
y en Dios a pesar de sus ausencias.
Si no la vida no valdría la pena de ser vivida (...)

Estas últimas navidades tuve la ocasión de visitar la exposición sobre Auschwitz del Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid, un recorrido por el mayor símbolo del Holocausto judío que, si no habéis hecho ya, estáis tardando en realizar porque están agotando las entradas todos los días y sólo dura hasta el próximo mes de junio. Se ponen las tripas del revés, sí. Se eriza la piel y no se pueden contener las lágrimas. Pero se trata de una muestra más que recomendable para hacerse una mínima idea de hasta dónde llegó el horror creado por la política antisemita nazi en su macabro intento de solucionar la, llamada, “cuestión judía”. (Es gratuito para todos los grupos escolares de primaria, secundaria y bachillerato, así que no entenderé que ningún chaval en edad de entender haga este curso una excursión a la fábrica de Cuétara o al Corte Inglés ¿?).
El caso es que la exposición desemboca en la consabida tienda de recuerdos, conformada en esta ocasión por un totum revolutum de libros en el que, además de aquellos más directamente relacionados con el día a día del que fuera el mayor campo de exterminio de todo el continente europeo, también puedes encontrar las desventuras (reales o noveladas) de ciudadanos judíos en la Alemania nazi, libros didácticos sobre la cultura judía o novelas que simplemente tienen como telón de fondo la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, allí puede se pueden comprar ‘Si esto es un hombre’ de Primo Levi y 'La bailarina de Auschwitz' de Edith Eger. También el 'Diario de Anna Frank, ‘El niño del pijama de rayas’ de John Boyne o ‘La ladrona de libros’ de Markus Zusak. Pero un mes después sigo dándole vueltas a qué coño pinta ‘El tiempo entre costuras’ de María Dueñas, por ejemplo, dentro de esa selección. En fin.

En medio de esa variopinta oferta llamó mi atención ‘La cocinera de Himmler’ (Alfaguara. 2014), “la hilarante epopeya de una cocinera centenaria que ha sobrevivido a las barbaries del siglo XX sin perder el humor, el deseo de sexo y el afán de venganza” según la información que consta en la contraportada de este Best Seller de Franz-Olivier Giesbert (Delaware. 1949). Pero ya os avanzo que la historia que mi imaginación construyó en mi cabeza a partir de esas breves líneas era bastante más atractiva que la que en realidad se esconde entre las páginas de esta novela que ni hilarante ni epopeya ni nada de nada.

El epicentro de la historia es Rose, una peculiar ancianita quien, tras recibir por carta la esquela de una, a priori, desconocida finada, decide escribir sus memorias en lo que también es un recorrido por parte de la historia del siglo XX. Así, conocemos las peripecias de Rose desde que, con tan solo 7 años, se queda sola en el mundo tras el asesinato de toda su familia, víctima del genocidio armenio a mano de los turcos, hasta su historia de amor con un dirigente de la China comunista, pasando por su extraña dependencia con el líder de las SS y responsable de la creación de los campos de exterminio, Heinrich Himmler.

Al margen de lo que el título de la novela pueda sugerir, la relación de la protagonista con Himmler es uno más de los numerosos capítulos de su vida, episodios en los que el autor no acaba de profundizar, algo que, unido a la falta de otros personajes secundarios que puedan ganar más peso en la trama cuando la historia de Rose pierde fuerza, hace que el argumento decaiga mucho antes de llegar a la mitad del libro.

Ni hay tanto sexo, ni tanto humor ni tanta venganza. Tres o cuatro encuentros carnales con personas diferentes (que para una señora que ha vivido más de cien años pues, sinceramente, me parece una auténtica miseria, pese a que se quiera hacer hincapié en que uno de ellos sea lésbico o que a sus cien años se siga fijando en jovencitos para dar a entender un cierto libertinaje del personaje), otros tantos asesinatos y un tono levemente sarcástico en algunos momentos que, desde luego, queda muy lejos del humor y, no te digo, de la hilaridad.

Pero es que tampoco hay tanta historia, ni en minúscula ni en mayúscula, porque una vez revelada la verdadera identidad de la finada a la que hace referencia la esquela recibida, no se explica quién se la hace llegar a Rose, por lo que la chispa que origina el caudal de recuerdos de la protagonista queda sin cerrar. Me molestan muchísimo los cabos sueltos en las historias, sobre todo cuando tienen fácil solución, como en este caso, que bastaba cambiar la recepción de la carta por la lectura de la esquela en el periódico si finalmente el remitente de la carta no iba a tener relevancia alguna.

Por no mencionar la insistente necesidad de meter con calzador a Jean-Paul Sartre y a Simone de Beauvoir en diferentes momentos de la trama, que me ha resultado bastante pedante, la verdad. Así que a pesar de su prometedor comienzo, y de una protagonista y de un siglo a los que se podía haber sacado muchísimo más partido, no me queda otra que suspender esta novela llena de altibajos que no me ha terminado de enganchar.

jueves, 8 de febrero de 2018

Qué vas a hacer con el resto de tu vida


A veces mi hogar me recordaba a un país en guerra. 
En las guerras también hay momentos felices.
La gente se casa, se enamora. Nacen niños.
Aunque siempre se mantiene un estado de alerta.
En casa vivíamos en un permanente estado de sitio.
Un luto extraño al que ninguno ponía nombre.
Cinco años. Después llegó la guerra.

Había leído por encima algunas reseñas sobre la primera novela de la que en Internet es la autora revelación del año pasado, Laura Ferrero (Barcelona, 1984), así que aún con la sospecha de que se trataba de una historia que me removería por dentro (ya sólo el título encierra una pregunta para a la que en este momento de mi vida no tengo respuesta) y de que quizá no estaba en el mejor momento para afrontar una propuesta semejante, decidí auto-regalármela las pasadas navidades.

'Qué vas a hacer con el resto de tu vida' (Alfaguara. 2017) es la historia de Laura, una editora treintañera que, tras romper con su pareja, decide dejarlo todo atrás y marcharse a Nueva York para intentar dar respuesta a su angustia vital inscribiéndose en un curso sobre el exilio impartido por un hombre que, de alguna manera, parece estar relacionado con la vida que deja atrás y que ella espera que le dé las claves para seguir adelante.

Durante el grueso de la novela la protagonista hace constante mención a "todo aquello", algo de lo que el lector solo intuye que ocurrió no hace mucho tiempo y que aún no ha sido capaz de superar. Además conocemos sus tormentosas relaciones familiares con un padre atormentado, una madre ausente y un hermano con una sensibilidad especial del que es más madre que hermana. De esa pesada mochila es de la que Laura intenta despojarse en la ciudad de los rascacielos, lugar que, como si de El Dorado se tratara, actúa durante la novela como una metáfora de la (infundada) esperanza que los seres humanos solemos poner en los elementos externos a nosotros que están por llegar (todos esos planes que esperan a que llegue la jubilación o a que nos toque el Gordo de Navidad): "perfecta en su lejanía, pero vacía de realidad". En su huida hacia adelante, la protagonista forzará las coordenadas espacio-temporales (aquí y ahora) para acabar descubriendo que no hacía falta poner un océano de por medio para descubrir la verdad.

A pesar de que ya en el arranque un nudo me encogió la garganta que me obligó a leer los cinco primeros capítulos con los ojos al borde del llanto, apenas unas pocas páginas después más esa sensación se desvaneció y confieso que su lectura me ha dejado bastante indiferente.

Aunque se trata de un libro corto (no llega a 300 páginas) que se lee fácil, y de que el estilo literario de la autora no me ha disgustado en absoluto, creo que ésta enrevesa en exceso la historia sin necesidad, haciendo que toda la fuerza del planteamiento quede finalmente en nada.

Sin embargo, se trata de una novela que ha cosechado bastantes buenas críticas en otros blogs literarios, así que quizá sea que, como decía al inicio de esta reseña, no estoy en el momento más idóneo para adentrarme en relatos intimistas de estas características. Así que, a pesar de compartir muchas de las reflexiones sobre la infancia y la familia que salpican la novela, debo suspender y suspendo una historia que podría ser una saga familiar alejada de los convencionalismos del género, pero en la que yo particularmente no he acabado de entrar. 

lunes, 29 de enero de 2018

Los pacientes del doctor García


El último domingo del 47 fui al encuentro de una mujer que conocía mi verdadera identidad.
Amparo sabía que yo no me llamaba Rafael Cuesta Sánchez, sino Guillermo García Medina. 
Y que era médico, aunque no tuviera título oficial y trabajara en una agencia de transportes.
Lo que ignoraba era que había ido a buscarla para ayudar a Manuel Arroyo Benítez, 
un amigo mío que había suplantado la identidad de Adrián Gallardo Ortega para infiltrarse
en una organización de prófugos nazis y emigrar a la Argentina como uno de ellos.
Mientras tanto, el verdadero Adrián Gallardo mendigaba en Berlín, y cuando le paraba una patrulla enseñaba la documentación de un hombre llamado Alfonso Navarro López.
Mi historia es la historia de tres impostores.

Pocos planes podían haberme apetecido más que el club de lectura con Almudena Grandes (Madrid, 1960) organizado por una librería de Alcorcón este pasado fin de semana. Un encuentro del que me enteré por pura casualidad mientras buscaba información que corroborara mis impresiones sobre su última novela y al que decidí sumarme a pesar de que los organizadores me avisaron de que el evento había superado todas sus previsiones y de que el aforo estaba más que completo. (Afortunadamente para mí, no sólo conseguí entrar, sino que pude plantearle algunas cuestiones relativas al proceso creativo de sus novelas, amén de irme de allí con su firma y una foto con ella ya que, como dice mi amiga Laura, no dejo de ser una grouppie. Literaria pero grouppie al fin y al cabo).

'Los pacientes del doctor García' (Tusquets. 2017) es la historia de una amistad, la de Guillermo y Manolo, "dos amigos que tienen la costumbre de salvarse la vida mutuamente durante toda su vida". Un médico y un diplomático republicano que se ven obligados a adoptar identidades falsas para infiltrarse en la red de evasión de criminales de guerra nazis que dirigía desde Madrid la mano derecha de Pilar Primo de Rivera y responsable de propaganda de la Sección Femenina de Falange, Clara Stauffer.

Con esta nueva entrega de sus Episodios de una guerra interminable, la novelista vuelve a sumergirnos en los veinticinco primeros años de la dictadura de Franco desde el punto de vista de los resistentes, de los españoles que dijeron que no al régimen impuesto a partir del 1 de abril del 39 y lucharon con cualquiera de las armas a su alcance (disidencia política, lucha armada, vía diplomática...) para dar respuesta a la desmemoria, "a la memoria no resuelta, a las preguntas que no podemos responder sobre las historias que nuestros abuelos ya no nos pueden contar".

Concretamente, con el último volumen de la serie, su autora pretende reivindicar el papel de la burguesía republicana, el de la clase progresista española que creó la Institución Libre de Enseñanza, que fundó las misiones pedagógicas y que redactó la Constitución del 31 gracias a la que nuestro país alcanzó un progreso que no ha vuelto a conocer, pero "que ha sido eliminada del relato para legitimar el argumento de los golpistas de que no se podía dejar el país en manos de esa gente".

Como ya hiciera con la invasión del Valle de Arán en 'Inés y la Alegría' (Tusquets. 2012), la escritora vuelve a valerse de un hecho histórico desconocido para sacarle los colores a la versión oficial del Franquismo, a ese relato edulcorado reescrito por los herederos del régimen durante la Transición. En este caso, la base real sobre la que se sustenta la novela es la existencia en Madrid de la mayor organización clandestina de evasión de criminales nazis que, gracias a los contactos de la ciudadana española de ascendencia alemana Clara Stauffer y a la connivencia del régimen, suministraba documentación falsa a los prófugos de la justicia internacional con la que pudieron empezar una nueva vida en España o huir a Argentina.

'Los pacientes del doctor García' pone en evidencia el ninguneo diplomático al que los aliados, capitaneados por Estados Unidos, sometieron a nuestro país y sobre todo al gobierno legítimo de Negrín, y resulta desgarradoramente conmovedor leer la amarga reflexión de uno de los personales principales cuando es consciente de que la causa republicana, a la que ha dedicado su vida, sacrificando su proyecto personal y jugándose literalmente el pellejo, ha sido despreciada definitivamente por la comunidad internacional y que la ansiada intervención aliada en España no llegará jamás a producirse, porque "a las democracias occidentales les gustó más Franco que los demócratas españoles, que fueron los grandes perdedores de la Guerra Fría".

Estamos sin duda ante la novela más ambiciosa de Almudena Grandes, no sólo por sus cerca de 800 páginas, porque el intervalo de años que abarca es el más amplio de las entregas publicadas hasta la fecha (desde 1936 hasta 1977) ni por la cantidad de escenarios en los que transcurre la trama (Madrid, el frente de Leningrado, un campo de concentración en Estonia, el Berlín nazi o la Argentina de Perón, son sólo algunos de ellos).

'Los pacientes del doctor García' es una novela de enorme complejidad que exige un esfuerzo constante por parte del lector para no perderse: El hecho de que gran parte de los personajes tengan dos y hasta tres identidades diferentes (en ocasiones compartidas con otros personajes) demanda un plus de concentración para poder seguir el hilo, haciendo de esta historia una propuesta no apta para el común de los lectores. Aunque la escritora afirma que ha tratado de tener muy presentes a los lectores a la hora de escribirla y proclama que sus lectores son muy listos, confieso que yo he tenido ciertas dificultades para identificar a algunos de los alemanes en momentos muy precisos de la acción. Este es el principal "pero" de la novela (aunque ya os digo que ha sido algo muy puntual).

El segundo es que la novela parece no coger vuelo hasta pasado el ecuador del libro, cuando las diferentes historias personales reflejadas hasta ese momento empiezan a encajar unas con otras y comienzas a entender a dónde te diriges. Pero la sucesión de historias a priori inconexas unas con otras que son las primeras cuatrocientas primeras páginas, por muy primorosamente narradas que estén (que lo están), puede hacer desistir a más de un lector.

El tercer (y último) "pero" es completamente personal. Y es que, a pesar de que, como en todos los 'Episodios' los protagonistas son gente corriente, "héroes por casualidad y sin vocación de serlo", por la propia naturaleza de una trama de espionaje y las implicaciones diplomáticas de la historia, es la novela en la que menos peso tiene la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie de la España de posguerra, que, en mi caso concreto, es la parte que más me interesa.

Sin embargo, el hecho de que sea la novela más internacional de la serie y la que mayor periodo temporal abarca ha permitido a la novelista utilizar un recurso que a mí me ha encantado, estableciendo conexiones con los anteriores 'Episodios' y con sus protagonistas. Así Pepe el Portugués, Manolita o la propia Inés "hacen cameos" en diferentes momentos de la novela. Un simpático guiño de la autora con los seguidores de la saga, que recibimos estas apariciones estelares con la misma alegre emoción que sientes al encontrarte en el Metro a un paisano del pueblo de la Alcarria Conquense en el que pasas los veranos.

En definitiva, un notable para esta novela que, sin ser mi favorita de las publicadas hasta ahora, no defrauda a los admiradores de la literatura de Almudena Grandes y del titánico proyecto en el que se halla inmersa (del que ya sólo quedan por ver la luz dos títulos más), pero que no estoy muy segura de que sea el mejor acercamiento para los lectores que no hayan probado a leer nada suyo.

* Todos los entrecomillados del texto están extraídos del encuentro con Almudena Grandes que tuvo lugar el pasado viernes 26 de enero de 2018 en la librería Fábula de Alcorcón.

miércoles, 17 de enero de 2018

Niebla en Tánger


(...) Wilde afirma, y yo estoy de acuerdo, que el arte,
la escritura en este caso, no debe imitar a la vida,
sino la vida al arte la mayoría de las veces.
Wilde decía que en su época se escribía mal porque los escritores mentían muy poco. La mentira en el arte había caído en el oprobio.
Escritores como Zola se aferraban demasiado a la realidad,
hacían realismo sin imaginación y no realidad imaginativa.
Sin embargo, los personajes de Balzac poseían el vivo colorido de los sueños.
El arte, si es verdadero, toma la vida como materia bruta,
la recrea, la inventa, la imagina, la sueña, dice Wilde.
El artista ha de crear la vida, no copiarla (...)

Pocos escenarios hay más evocadores que el Tánger de la primera mitad del siglo XX. Desde María Dueñas ('El tiempo entre costuras'. Temas de hoy. 2009) hasta Arturo Pérez-Reverte ('Eva'. Alfaguara. 2017) son numerosos los escritores que se han dejado inspirar por la atmósfera exótica y cosmopolita de la ciudad durante el protectorado internacional.

La última autora en caer rendida a su influjo es Cristina López Barrio (Madrid, 1970), quien con su propuesta ubicada en la ciudad marroquí ha conseguido convertirse en finalista de la última edición de los Premios Planeta por detrás de la novela de Javier Sierra que finalmente se hizo con el suculento galardón (600.000 euros que lo convierten en uno de los mejor dotados del mundo, sólo por debajo del Nobel de Literatura).

'Niebla en Tánger' (Planeta.2017) narra las historias entrelazadas de dos mujeres en dos momentos históricos distintos con la ciudad de Tánger como punto de unión. La trama que discurre en el presente está protagonizada por Flora, una mujer desencantada con su vida quien, tras la desaparición del hombre con el que ha tenido una aventura, decide emprender su búsqueda guiada tan sólo por el libro que éste ha dejado abandonado en la habitación del hotel en la que han pasado la noche. Es aquí donde nos adentramos en la trama que tiene lugar en el Tánger de los años 40 y 50, refugio de artistas, diplomáticos, espías y contrabandistas, y cuya protagonista es Marina, una mujer muy diferente a la anodina Flora en la que confluyen todas las culturas que convivieron en la ciudad hasta la ocupación marroquí. Con la novela olvidada como punto de partida, Flora viajará hasta Tánger para seguir las pistas que le conduzcan hasta ese misterioso amante que, inexplicablemente, parece ser un personaje salido, literalmente, de las páginas de un libro escrito medio siglo atrás.

A pesar de no ser su primera novela, y de que algunas de sus obras anteriores han tenido una más que aceptable acogida entre el público, confieso que no conocía a López Barrio ni siquiera de oídas antes de convertirse en finalista del Planeta. En las diferentes entrevistas que he podido leer tras el fallo del jurado del certamen literario, la autora ubica 'Niebla en Tánger' dentro del realismo mágico y afirma que el germen de la novela fue la lectura del cuento 'Continuidad en los parques' de Julio Cortázar, a quien pretende rendir homenaje con este ejercicio de metaliteratura.

Sin llegar a alcanzar, en mi opinión, tan elevados fines, reconozco que a mí su propuesta me ha tenido enganchada y entretenida el grueso de la novela y que, aunque no soy capaz de englobarla dentro de ningún género, su manera de contar la historia me ha gustado. Sin embargo es el final lo que falla. Como si una vez armado todo el edificio que sostiene la idea original no hubiera sabido qué hacer con todo eso, obligándola a resolverlo con un desenlace simple y algo flojo que te saca de la novela con cierto sabor agridulce.

Y es que (va por ti Chacón) si bien es cierto que un giro final sorprendente quizá le hubiera restado credibilidad, también lo es que si la autora pretende sacarnos de la realidad y que nos adentremos en una propuesta que por momentos parece tender a la fábula, la leyenda y la fantasía, para dejarnos llevar por el juego de espejos que nos plantea, no puede utilizar la lógica más evidente y aplastante para ponerle punto y final, porque a mí como lectora me descoloca.

Veredicto: Aunque yo estaba dispuesta a darle un notable, finalmente se queda en un aprobado (alto) mi valoración de esta novela que se lee sola durante sus primeras doscientas páginas pero que me ha desencantado en sus últimas cien, y que gustará más a las mujeres que a aquellos hombres que se decidan a adentrarse en sus páginas.