miércoles, 1 de octubre de 2014

La maestra republicana

 
"La vida es una inversión a largo plazo"

Lo último con lo que uno espera encontrarse cuando tiene entre las manos un libro titulado La maestra republicana (Suma de letras. 2013), o al menos lo último con lo que yo esperaba encontrarme, es con una trama de corrupción inmobiliaria en la Comunidad Valenciana en el año 2007. Quiero decir, que bastante circo mediático soportamos ya a diario como para que el ratito de evasión que me proporciona la lectura sea más de lo mismo. Sinceramente, al que le guste leer historias pegadas a la más rabiosa actualidad tiene una gran oferta entre la que escoger, pero yo prefiero perderme por otros derroteros.

El caso es que la segunda novela de Elena Moya (Tarragona. 1970) se centra en la decidida lucha de la anciana Valli para impedir las corruptelas de Vicent, alcalde de Morella, que pretende sacar tajada de la venta de la antigua escuela del pueblo a Charles, un profesor de literatura de Eton cuya intención es convertirla en la sede veraniega del exclusivo college británico. 

Entremedias una simplona historia de amor y pinceladas del pasado de Valli, quien recién obtenido el título de maestra y sin tiempo apenas de ejercer su vocación ve cómo estalla la Guerra Civil y cómo el posterior régimen sepulta todos aquellos valores en los que se insipiraba la II República.

Así, la joven Valli se ve obligada a pasar prácticamente del paraíso intelectual que era la  Residencia de Señoritas, versión femenina de la mítica Residencia de Estudiantes, a la supervivencia más hostil como miembro de la guerrilla antifranquista en la zona del Maestrazgo castellonés.

Por las páginas de La maestra republicana desfilan personajes como Victoria Kent, Federico García Lorca, María Zambrano, Luis Buñuel, María de Maeztu o Salvador Dalí, pero tan transversalmente, tan de pasada, que lo único que consigue el libro es dejarte con las ganas de profundizar más en un periodo apasionante de nuestra historia reciente. O si preferimos ver el vaso medio lleno, despertar nuestra curiosidad para ahondar por nuestra cuenta en la etapa en que más avances sociales se produjeron en España.

En resumen, una decepcionante historia que nada tiene que ver con las misiones pedagógicas y con la renovación pedagógica que propugnaba la II República (y que parecía estar detrás del título de esta novela), y que peca de ser excesivamente localista sobre todo en lo que respecta a la trama que ocurre en el presente, por lo que no me queda más remedio que suspenderla.