jueves, 11 de junio de 2015

Las mujeres de la Principal


 "En Londres las nieblas permiten pervertir los crímenes y sofisticar el misterio;
en cambio, aqui hay demasiado sol, la tierra es seca y los crímenes son como más de rastrojo, más primarios, menos sofisticados (...)"

Cuando María Dolores Pradera y Chavela Vargas popularizaron en nuestro país la ranchera "Ojalá que te vaya bonito" hacía al menos una década que Lluis Llach (Girona, 1948) había puesto (otra) letra y (otra) música al mismo sentimiento en su canción "Que tinguem sort". Sin embargo, mucho me temo que esta preciosa canción es prácticamente una desconocida fuera de Cataluña, por lo que os invito a escucharla (y a leer su letra traducida al castellano) antes de seguir leyendo esta entrada.  

El caso es que cuando descubrí que Lluis Llac no sólo se había metido a escritor, sino que publicaba su segunda novela después de la buena acogida de su ópera prima 'Memoria de unos ojos pintados' (Seix Barral. 2012), no pude resistir la curiosidad de conocer de primera mano qué tal se desenvolvía el cantautor catalán en el mundo de las palabras sin acordes.

Las mujeres de la Principal (Seix Barral. 2014) es la historia de La Principal, una masía ubicada en la Cataluña rural dedicada al negocio del vino que en el último siglo ha estado siempre regentada por mujeres. Pero como en todas las historias familiares, La Principal también esconde secretos y sobre todo un misterio: el del asesinato del antiguo capataz de la finca el día antes de que comenzase la Guerra Civil. 

La acción principal se desarrolla en noviembre de 1940, cuando el inspector Recader decide reabrir el crimen de La Principal, y es a través de sus interrogatorios y de los recuerdos principalmente del ama de llaves como conocemos, no sólo cómo llegó el cadáver del anterior capataz a la puerta de la casa más importante del pueblo de Pous, sino cómo la madre de la actual Señora se convirtió en la heredera de la finca familiar siendo la única mujer de cinco hermanos y no siendo la primogénita. Finalmente la historia llega hasta 2001, cuando la tercera generación de esta saga de mujeres se convierte en la última depositaria de unos secretos que se hunden en lo más profundo de sus raíces familiares. 

Me ha gustado mucho el estilo narrativo de Lluis Llach. Tiene maneras (y madera) de escritor curtido en mil batallas semánticas y, a mi entender, ha recreado perfectamente el ambiente de la Cataluña rural de la primera mitad del siglo XX. Pero sobre todo me ha gustado el personaje de Úrsula, la vieja ama de llaves, cuya caracterización me ha parecido absolutamente entrañable.

Sin embargo estamos, una vez más, ante una historia que presenta una trama en el presente absolutamente inecesaria: La única función del personaje de María Magí es la de ser depositaria de un secreto gestado sesenta años antes, secreto que podía haberse resuelto perfectamente en la línea temporal principal y no sólo no echaríamos en falta la presencia de ese personaje sino que la historia no se hubiera visto mínimamente afectada.

Cabe destacar que se nota que el libro ha sido escrito en catalán y posteriormente traducido al castellano, ya que está plagado de expresiones y alocuciones tipicamente catalanas. No lo digo como algo negativo, ya que concretamente a esta historia ubicada en la Cataluña profunda el hecho de que la lengua materna de Lluis Llach sea el catalán la beneficia haciéndola más creíble.

En definitiva, aprobado para una novela que, si bien probablemente no dejará un poso profundo en mi memoria, me ha merecido la pena sólo por las conversaciones entre el inspector Recader y el ama de llaves Úrsula.