lunes, 27 de noviembre de 2017

Lo más reseñable de 2017


Un año de ausencia da para mucho. En este tiempo han pasado muchas cosas. Ha sido un año de despedidas voluntarias y de finales involuntarios, de marcharse y de dejar ir. Ha sido un año de afrontamiento, de asunción de realidades y consecuencias. De salir de la zona de confort para ir a parar al kilómetro cero de la onda expansiva. De armarse de valor y creer que, aún sin saber surfear, podría sumergirme en la ola sin salir demasiado mal parada. Como si detrás de una ola no fueran a venir más que te cogieran ya con las fuerzas mermadas.

En plena catarsis, y mientras cojo un poco de aire antes de seguir nadando o de que la siguiente ola me revuelque, aqui os dejo las mejores lecturas que han pasado por mis manos en este 2017 entre las que abundan las sagas familiares, algún thriller y una novela sobre la Guerra Civil española:

Todo esto te daré (Planeta. 2016)
A pesar de su éxito, a priori la trilogía del Baztan no me llama especialmente. Así que cuando este verano cayó en mis manos el último libro de Dolores Redondo (San Sebastián, 1969), lo único que sabía de la autora (y de su novela) era que se había hecho con la última edición del Premio Planeta y que una legión de seguidores la avalaba. En principio, una apuesta segura para las vacaciones.

Todo esto te daré narra la búsqueda de respuestas de Manuel, un escritor reconocido, cuyo marido acaba de fallecer en un accidente de tráfico a mil kilómetros de donde se suponía que debía estar. Y buscando respuestas que le ayuden a descubrir quién era la persona con la que compartía su vida y por qué se encontraba en una carretera comarcal gallega cuando debía estar en Barcelona, se encuentra con un misterio a cuya resolución dedicará todas sus energías con la ayuda de un guardia civil jubilado y un cura amigo de la familia del fallecido.

El punto de partida de esta historia me recordaba a ‘La isla de Alice’ de Daniel Sánchez Arévalo, curiosamente la novela ganadora del Premio Planeta el año pasado. Y aunque es verdad que la propuesta de Sánchez Arévalo me gustó más (podéis leer la reseña que le dediqué en su momento a través de este enlace), es innegable la capacidad de Dolores Redondo a la hora de construir historias que conquistan al público.

Aunque todo arranca con una muerte, y a pesar de que un halo de suspense sobrevuela sobre la historia, la novela está más cerca de ser una saga familiar (con una buena dosis de intriga eso sí, pero ¿qué familia no guarda secretos?) que un thriller. En este sentido, la narración no tiene un ritmo vertiginoso, más bien al contrario, se trata de una novela para saborear despacio, como una buena copa de vino, y sin que nos pueda el ansia por llegar al final, porque entonces se puede correr el riesgo de desesperar un poco.

A pesar de que a mí particularmente este ritmo pausado no me ha supuesto inconveniente alguno para disfrutar de la historia, sí reconozco que hacia la mitad de la novela la autora se pierde en un sinfín de páginas sobre viñas, bodegas y vino de la Ribeira Sacra, que se me hizo pesadísima y que, en mi opinión, no aportan nada a la trama. Pero una vez pasada esa parte, la novela vuelve a coger vuelo para llevarnos, sin prisa pero ya sin pausa, a conocer la verdad de una historia que me ha gustado más de lo que esperaba. Sin embargo, aunque se queda muy cerca, es la única de todas las lecturas de este post que no alcanza el notable.

Tierra sin hombres (Planeta. 2016)
Aunque todo el que me conoce sabe que ‘La voz dormida’ de Dulce Chacón es uno de mis libros de cabecera, no me había animado aún a leer nada de su hermana melliza. Por eso el descubrimiento de la última novela de Inma Chacón (Zafra, 1954), con su prosa delicada y le belleza de una historia en la que se mezclan los amores cruzados, las intrigas familiares y la novela costumbrista, supuso una deliciosa sorpresa para mí.

La trama  de Tierra sin hombres se circunscribe a la Galicia rural de principios del siglo XX, una tierra poblada de viudas sin muertos a los que enterrar ni tumbas en la que llorar, bien porque el mar se tragó a sus maridos o bien porque éstos marcharon a América a probar fortuna y nunca regresaron, que deben echarse a la espalda el peso de convertirse en el cabeza de familia en un tiempo en el que las mujeres, sobre todo si además no tenían estudios ni recursos, no tenían muchos más derechos que los animales que trabajan la tierra pero sí muchas más obligaciones.

Rosalía, es una de esas mujeres recias, una lechera que no dudará en pasar por encima de sus propias hijas para sacarlas adelante en esos años terribles de miseria y desesperanza y que, con sus acciones y omisiones, sembrará la tragedia en su familia.

Una historia preciosa con un regusto amargo protagonizada por tres mujeres valientes que, cada una a su manera, intentan coger las riendas de su vida para enfrentarse a lo que el destino tiene preparado para ellas. 

Una novela 100% recomendable, sobre todo para el público femenino, que me ha recordado un poco a algunos libros de Isabel Allende como ‘Retrato en sepia’ o ‘Hija de la fortuna’.

El libro de los Baltimore (Alfaguara. 2016)
Que Joël Dicker (Ginebra, 1985) decidiera recuperar a Marcus Goldman, el protagonista de 'La verdad sobre el caso Harry Quebert', para su siguiente novela, no significa que ésta sea continuación del anterior, ni siquiera su precuela. Y es que eso es todo lo que ambas novelas comparten: el protagonismo del joven escritor de best sellers Marcus Goldman y una cierta dosis de intriga que, que sin llegar a convertir la historia en un thriller, también está presente cada vez que se hace referencia al Drama que sacudió a su familia y que no nos será desvelado hasta el final de esta apasionante saga familiar.

El libro de los Baltimore narra la historia de los Goldman, pero de la rama familiar que vive en Baltimore (de ahí su nombre), y que a diferencia de los Goldman de Montclair parecen tener a la diosa fortuna siempre sonriéndoles: el idílico matrimonio formado por la atractiva tia Anita y su tio Saúl, un abogado de éxito vive en un lujoso apartamento, pasa sus vacaciones a todo tren en los Hamptons, tienen un hijo que es el cerebrito de la clase… Una existencia perfecta que tiene completamente deslumbrado al pequeño protagonista y que se ve trágica e inexplicablemente truncada cuando, al inicio de la novela, somos testigos de una llamada de su tío al ya joven Marcus informándole de que su primo está a punto de ir a la cárcel.  

La forma de escribir de Joël Dicker me tiene completamente cautivada. Porque reconozcámoslo: No poder dejar de leer una buena historia no tiene mucho mérito, narrativamente hablando. Claro que lo tiene, a ver si me explico: Cuando una historia es potente, su fuerza te arrastra aunque no esté bien contada. Pero Jöel Dicker consigue meterte de lleno en una historia que no es más que una sucesión de veranos en la vida de unos adolescentes con los que, ya os digo, no os vais a identificar y que sin embargo consiguen despertar sentimientos en el lector y querer conocerlo todo de ellos.

Un libro entretenidísimo que te hace retrotraerte hasta esos veranos de la adolescencia en la que las cuadrillas de amigos lo son todo, en los que cualquier experiencia se convierte en una aventura en toda regla, en los que pruebas las mieles del primer amor y en los que los desengaños, traiciones y decepciones se quedan marcados para siempre. Una propuesta que no tiene nada que ver con su anterior novela y que me ha gustado tanto o más que aquella (Os dejo aquí la reseña que le dediqué a 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' para que comparéis).

Celia en la Revolución (Renacimiento. 2016)
Ya sabéis que para mí el tiempo se mide en la espera que transcurre entre que termino de leer lo último de Almudena Grandes y el momento en que la escritora saca nuevo libro. Y aunque en mi infancia disfruté enormemente leyendo la práctica totalidad de los aventuras protagonizadas por 'Celia', no esperaba que su creadora fuera una dignísima heredera (o precursora, mejor dicho) de los 'Episodios de una guerra interminable' de la (más) Grande(s).

En Celia en la revolución su protagonista se hace mayor para ofrecernos un testimonio inédito del drama de la vida cotidiana durante la Guerra Civil. Aquella niña bien del barrio de Salamanca que encandilaba a los lectores con su mezcla de inocencia y travesuras, se ve obligada ahora a hacer largas colas para conseguir alimentos, a huir de los bombardeos y a confiar en que los que la conocen no la delaten por ser hija de un republicano.

Elena Fortún (Madrid, 1886) acabó el manuscrito en 1943, por lo que la novela está escrita casi en tiempo real. La escritora no necesita documentarse sobre la guerra porque la vive en Madrid, Valencia o Albacete, las mismas ciudades por las que Celia va pasando en busca de sus hermanas, por lo que es más que probable que las páginas de 'Celia en la revolución' tengan más de realidad que de ficción.

“A la chita callando, Elena Fortún ha escrito la gran novela de la Guerra Civil” dice el escritor Andrés Trapiello en el prólogo de la obra. Y yo no puedo estar más de acuerdo con él. Porque aunque es verdad que se trata de un primer borrador, con su planteamiento, nudo y desenlace, pero un boceto que no ha sido pulido del todo, no es menos cierto que el valor de esta novela reside no tanto en su trama sino en lo que tiene de documento histórico reflejando la vida real en las ciudades durante la contienda como si de una crónica periodística se tratara. Para mí, una lectura imprescindible. 

Patria (Tusquets. 2016)
'Patria' ha sido sin duda el fenómeno literario de este año. No creo que quede nadie en este país que no haya leído la última novela de Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959). Y, como suele ocurrirme cada vez que veo el vagón de metro repleto de gente con el mismo libro en su regazo, recelé. 

Durante muchos meses evité conscientemente la que yo pensaba que sería una novela que destilaría moralina por sus lomos, repleta de estereotipos planos en la que los buenos serían muy buenos y los malos muy malos, y cuyo único mérito era (a mi prejuicioso entender) la oportunidad (no confundir con oportunismo) del momento en el que había irrumpido en el mercado editorial: Cuando el terror de ETA ya no nos duele (y una vez leída, sigo teniendo mis dudas acerca de si la novela hubiera tenido la misma acogida hace diez años).

Pero cuando, literalmente, me pusieron el último Premio Nacional de Narrativa (uno solo de los muchos galardones que ha recibido la novela) en las manos, tardé poco más de una semana en devorar sus casi 700 páginas (y eso que los primeros capítulos me costó entrar en la historia).

Y es que (Ouch! Ahí va el primer gatito muerto de la temporada) Patria es una novela que sorprende por muchos motivos:

- Porque aunque arranca el día que ETA anuncia el cese de la actividad armada, no es una novela política, sino que narra la vida cotidiana de dos familias en un pequeño pueblo del País Vasco a lo largo de los casi 40 años de actividad terrorista. Y esa es, a mi entender, la clave de su éxito: La sencillez, que no simpleza, de su propuesta. Aramburu no utiliza su libro para dar lecciones políticas, clases de ética y moral, ni historia del pueblo vasco. Aramburu no juzga. No valora. No sugiere. El escritor se centra en las pequeñas cosas de las que está hecho el día a día de estas dos familias para mostrarnos una imagen sin aditivos ni calificativos (o en palabras de la periodista Ana Pastor: “estos son los datos. Suyas son las conclusiones”).

- Porque aunque se trata de una novela coral en la que aparecen una decena de personajes, con un cuidado equilibrio de los capítulos que se dedican a cada uno de los miembros de ambas familias, para dar voz a todos los actores de lo que se dio en llamar “el conflicto vasco”, el peso de la trama recae indiscutiblemente en las dos madres.

- Porque a pesar del drama que subyace bajo esta historia y que queda maravillosamente reflejado en el personaje del Txato (un pequeño empresario que, una vez señalado por la banda criminal, no sólo se ve obligado a revisar los bajos de su coche y a cambiar diariamente de rutinas para dificultarles su macabro encargo a los terroristas, sino que se ve apartado de la vida de la comunidad cuando sus vecinos le dan la espalda), está escrita en un tono no abiertamente humorístico pero sí predominante simpático y hasta sarcástico en algunas ocasiones. ¿Sabes cuando tu cuñado te cuenta su última batallita y a ti solo te sale responder “vaya tela” mientras esbozas media sonrisa? Pues así.

En definitiva, una novela que debería ser de lectura obligatoria (a pesar de un par de detalles que me chirriaron un poco hacia el final de la novela pero que no desmerecen el conjunto de la historia). 

No soy un monstruo (Espasa. 2017)
Desde que supe que se había alzado con la última edición del Premio Primavera de Novela, un galardón que para mí supone garantía de éxito a la hora de leer historias con las que disfrutar entre sus premiados, y a pesar de las reticencias que me provocan los libros firmados por caras conocidas, tenía mucha curiosidad por leer la ópera prima de Carme Chaparro (Barcelona, 1973).

El sublime debut literario de la periodista catalana comienza con la desaparición de un niño en un centro comercial, un suceso que por sus características recuerda al secuestro de otro niño ocurrido un par de años atrás, un caso que conmocionó a la opinión pública y cuyo autor consiguió burlar a la policía hasta el punto de que a fecha de hoy nada se sabe ni del niño ni de su secuestrador.

No soy un monstruo está protagonizada por la inspectora responsable de la investigación, que fue también la encargada de llevar el caso del primer menor desaparecido, y una periodista de sucesos que se hizo muy conocida precisamente tras publicar un libro relativo a aquel mediático secuestro. 

Quien más y quien menos ha entrado en pánico momentáneamente cuando su hijo o sobrino ha desaparecido de su campo de visión en cuestión de un segundo. En mi caso, el terror a que Nico se pierda llega a tal extremo que, desde que aprendió a andar, no me he atrevido a ir con él al Rastro u otros lugares especialmente concurridos y no tengo previsto llevarle a conocer Cortilandia antes de que cumpla 18 años y sea un tiarrón que me saque dos cabezas al que pueda divisar de lejos entre la muchedumbre, por lo que la historia me enganchó desde el mismo comienzo.

Pero es que además está contada de una manera ágil y visual que no da tregua. Os prometo que más de una vez me descubrí a mí misma conteniendo la respiración mientras leía. Y son absolutamente impagables las apariciones de la anciana ‘camello’ para romper la tensión argumental y soltar alguna carcajada antes de seguir buceando en la historia.

Si os gustan los thrillers no os podéis perder esta trepidante historia con uno de los arranques más impactantes que yo haya leído nunca, y cuyo final os dejará clavados en el asiento.