jueves, 7 de mayo de 2015

Palmeras en la nieve


“... Ya no regresaré a Fernando Poo, así que, si te parece, volveré a recurrir a los amigos de Ureka para que puedas seguir enviando tu dinero. Ella está bien, es muy fuerte, ha tenido que serlo, aunque echa en falta al bueno de su padre, que, lamento decirte, porque sé cuánto lo sentirás, falleció hace unos meses. Y tranquilo, que sus hijos también están bien, el mayor, trabajando, y el otro, aprovechando los estudios. 
Si vieras qué diferente está todo ...”

Yo no sé la de meses que esta novela llevaba esperando su turno. Bueno, en realidad sí lo sé: desde que una buena amiga, que sabe que basta un libro para hacerme feliz, me lo regalara por mi cumpleaños a finales del verano pasado. Pero ya sabeis que soy de la convicción de que cada libro tiene su momento, y yo no acababa de encontrar el de sentarme a solas con Palmeras en la nieve (Temas de hoy. 2012). Hasta que oí que se preparaba el inminente estreno de su adaptación cinematográfica, y entonces quise adelantarme a ese momento para evitar que el rostro de ningún actor español se adueñara de los rasgos de los personajes que mi imaginación va conformando con el pasar de de las páginas (vaya por delante que mi película favorita es "Lo que el viento se llevó", basada en la novela homónima de Margaret Mitchell. Pero nunca podré perdonarle a Benito Zambrano que haya hecho de María Leon e Inma Cuesta las únicas Hortensia y Pepita que recuerdo a pesar de haber leído una docena de veces La voz dormida y de haberme negado a ver la película hasta hace apenas unos meses).

Volviendo a la novela que nos ocupa, la historia comienza en 1953, cuando Kilian deja su pequeño pueblecito en las montañas de Huesca para partir rumbo a la isla guineana de Fernando Poo, entonces colonia española, donde participará junto a su padre y a su hermano Jacobo en la campaña de recolecta de cacao. A pesar de las duras condiciones iniciales, Kilian irá involucrándose cada vez más en la vida de la isla y lo que iba a ser una estancia de dos años con el objetivo de hacer dinero y volver a su tierra, se prolongará durante casi dos dècadas al cabo de las cuales, la independecia de Guinea y la conflictividad social originada por la dictadura de Macías le obligará a poner fin a los mejores años de su vida. Medio siglo despuès, el fragmento de una carta encontrada por su sobrina pondrà en duda lo que Kilian y Jacobo han contado sobre su aventura guineana y supondrà el pistoletazo de salida de una investigación que llevará a la joven Clarence a reconstruir sobre el terreno los pasos de su padre y su tio en las lejanas tierras de Bioko.

Lo primero que sorprende de Palmeras en la nieve es que sea la òpera prima de Luz Gabàs (Huesca, 1968). Su depurado estilo narrativo y su profundo conocimiento de los usos, costumbres y tradiciones bubis no parecen propios de una escritora novel. Y es que estamos hablando de una novela que, a pesar de sus casi 800 páginas y de tratar un asunto tan desconocido (al menos para mí) y complejo (para el común de los lectores) como los lazos coloniales que nos unieron a Guinea en un pasado no tan lejano y la historia reciente de este pais, se lee en un suspiro.

Si le tengo que poner alguna pega sería la, en mi opinión, innecesaria trama que transcurre en el presente. Creo que la historia que se desarrolla en las décadas de los 50-60 es lo suficientemente interesante como para añadirle una trama ñoña que no aporta nada y que se ve venir prácticamente desde el principio, por mucho que su autora intente jugar al despiste. Pero sobre todo me sobra el personaje de Clarence, absolutamente insulso y con el que no he conseguido conectar en ningún momento.

Aprovecho para hacer un llamamiento a los escritores y editoriales que en un momento dado puedan leer esta reseña: Por favor, basta ya de apostar por novelas con dobles tramas temporales. No digo yo que este recurso no tenga sentido en cierto tipo de historias, pero es que de un tiempo a esta parte proliferan líneas argumentales secundarias metidas con calzador en un desesperado intento de la cuadratura del círculo narrativo que lo único que hacen es poner de manifiesto las carencias de la historia que se intentaban disimular. Los lectores no somos tontos y sabemos diferenciar perfectamente cuando una trama, un personaje o un recurso proceden y cuando están metidos para rellenar. E incluso cuando puedan ser pertinentes, yo particularmente ya estoy un poco saturada de leer historias cortadas con el mismo patrón.

Como digo, en el caso de la novela que nos ocupa esta segunda línea temporal es perfectamente omitible por la fuerza que la historia principal tiene en sí misma. Y por eso le doy un notable a esta novela que te encantará si te gusta María Dueñas (no la que escribió la decepcionante "Misión olvido", sino la que fue capaz de hacernos soñar con "El tiempo entre costuras", otra maravillosa ópera prima a la que Palmeras en la nieve me ha recordado en numerosos pasajes) o Isabel Allende.